Mato el tiempo imaginando las personas que hubiéramos sido si ser hubiera entrado en sus inciertas posibilidades.
Trago saliva con sabor a hierro rabioso de no estar mezclándose en su boca.
Me muerdo las ganas de quererla cuando intento odiarla y que todo sea más fácil.
Todo lo había apostado, había invertido hasta mis sueños en ella. Y, en el último paso, lo dejó caer como si de un clip lo llevara sujeto.
Adelanto los relojes que me encuentro para que pase el tiempo.
Pero al final, todo sigue igual.
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